lunes, 10 de septiembre de 2012

¡Qué bueno que volviste!

El inmediato encaje de Aritz Aduriz evidencia el grave error de su venta hace cuatro temporadas. Repescado para dar un salto de calidad en ataque, ha asumido el rol de único ariete disponible.

Jugar como delantero en un equipo así te facilita las cosas". La reflexión es un reconocimiento a la gran evolución que ha experimentado el Athletic y, de paso, despacha un ciclo de cuatro años de duración, los que Aritz Aduriz ha estado sin ceñirse la camiseta rojiblanca. La noche en que reabrió su cuenta oficial de goles en el club rojiblanco a costa del HJK Helsinki, el delantero se refería a un proceso que ha seguido al detalle desde Mallorca y Valencia porque, pese a la distancia física, nunca ha dejado de mirar hacia Bilbao con una mezcla de añoranza y envidia. Ahora puede explayarse a gusto y además debe ser muy distinto analizar a un equipo en calidad de espectador o siendo integrante del mismo.

Su actuación frente a los finlandeses, en lo que constituía su tercer debut en San Mamés, le hizo acreedor a la ovación más calurosa de las muchas que hubo durante el partido. En el instante en que Marcelo Bielsa decidió sustituirle, la expresión de la grada mezclaba el agradecimiento y quizás la disculpa por no haber reaccionado de otra manera cuando se cerró su anterior etapa en el club. Agradecimiento porque su retorno se produce en un contexto muy convulso, cuando la inercia es justo la inversa, y se ha puesto de moda marcharse, abandonar la casa. Precisamente lo que él no hizo. No se marchó, le pusieron en la puerta. De Aduriz nunca hubiese salido una iniciativa de este tipo.

LA SALIDA

Argumentos falsos

En el verano de 2008 estaba donde deseaba estar y, de repente, se vio fuera. En plena pretemporada, a traición, le empaquetaron con destino a Mallorca con el sello de prescindible. Vendieron la operación como un éxito deportivo y económico. Algo que el entorno, salvo contadas excepciones, aceptó sin rechistar. En realidad, las lamentables explicaciones oficiales no fueron sino una gruesa capa de maquillaje para disimular las arrugas de unas cuentas que no cuadraban.

La directiva que presidía Fernando García Macua hizo aparecer al donostiarra como un freno para la progresión de Fernando Llorente. Como si fuese un pecado o un lastre disponer de dos delanteros de nivel en la plantilla, pero así de famélicas eran las ambiciones deportivas entonces. García Macua necesitaba liquidez y tenía que justificar como fuese la salida de un delantero contrastado que, a sus 28 años, ingresaba en la fase de madurez, tras haber prestado valiosos servicios al club en situaciones límite, por ejemplo cuando Fernando Lamikiz le repescó del Valladolid en el mercado de invierno para evitar el descenso.

Joaquín Caparrós protagonizó el papelón y avaló el traspaso siguiendo las directrices de su presidente, quien a su vez se dedicó a regar por Bilbao el bulo de que Aduriz le había exigido la ficha que le ofrecía el Mallorca como condición sine qua non para seguir en el Athletic. El utrerano le dijo a Aduriz que no contaba con él, que su apuesta era Llorente, y se quedó tan ancho, mientras sus colaboradores admitían en privado que el traspaso era un error. Cierto es que meses antes el técnico había obsequiado a la familia rojiblanca con uno de sus múltiples experimentos fallidos, dándole bola a Aitor Ramos, pero era muy consciente de la valía de Aduriz. De hecho, le citó en una entrevista oficial de la revista oficial del club como uno de sus apoyos más fiables para la campaña siguiente. Luego, con el jugador en Mallorca y por arte de magia, el nombre de Aduriz desapareció de dicho texto. ¡Qué cosas!

EL EXILIO

Goles carísimos


Inició así Aduriz su segundo exilio, que le sirvió para continuar reivindicándose igual que hiciera antes en el Burgos o en el Valladolid. En el Mallorca fue indiscutible, lo cual le permitió subir un peldaño más y recalar en el Valencia. Para entonces ya estaba claro que el Athletic no ingresaría el dinero acordado con el club balear, que por cierto todavía sigue pendiente de cobro. Encima, su condición de rival directo en la Liga tuvo un efecto negativo en la Liga 2009-10, pues los rojiblancos perdieron los seis puntos en juego con el Mallorca. En ello tuvieron bastante culpa los goles de Aduriz, tanto en el Ono Estadi como en San Mamés. El Mallorca concluyó en quinta posición, con 62 puntos, mientras que el Athletic quedaba fuera de Europa, octavo, con 54 puntos.

Por diferentes razones, las alternativas que se le buscaron, Gaizka Toquero y Díaz de Cerio, no pudieron asumir su rol. Llorente se convirtió en insustituible por su aportación y por la ausencia de recambio. García Macua no podía volver sobre sus pasos, de forma que los rumores esporádicos apuntando a la recuperación de Aduriz jamás se concretaron. En las filas del Valencia completó un primer año magnífico (18 goles en 38 encuentros) y perdió terreno en el segundo, aunque sin dejar de gozar de una alta estima en el seno de la entidad ché. Por Bilbao tampoco dejaron de apreciarle, al menos Josu Urrutia, quien no tardó en contactar con él para invitarle a iniciar su tercera etapa en el Athletic.

Bielsa no se mostró muy convencido de entrada, a causa de su edad y porque pensaba que era suficiente con la nómina de atacantes que tenía, si bien la operación era competencia de la dirección deportiva del club, que hubo de resignarse por la elevada tasación que hizo el Valencia. La relación y el seguimiento no cesaron, como lo certifica que a la conclusión de la temporada fuese reclutado con un desembolso más asequible. La opinión del argentino fue variando con el paso de los meses: el Athletic acusaba un déficit rematador y Llorente no daba abasto.

LA VUELTA

El reconocimiento


Como cabía esperar, Bielsa le puso el listón alto, como a todos. Incluso indicó que no era un fichaje solicitado por él, lo que siendo verdad no quitaba para que supiese que se trataba de un elemento contrastado. Aduriz dejó una primera muestra fehaciente en el amistoso con el Olympique de Lyon, pero un problema muscular le impidió asentarse. Solo en el plano deportivo, puesto que su integración en la plantilla de ningún modo podía ser complicada. Como producto de Lezama que es, aporta los valores que le inculcaron desde que saliera del Antiguoko, con el añadido de una experiencia superior a la de la inmensa mayoría de sus compañeros.

El azar ha querido que el hombre del que se dijo que podía eclipsar a Llorente vuelva justo cuando éste decide romper el cordón umbilical. Un escenario inesperado que puede modificar el papel inicialmente previsto para Aduriz. Después de un año estupendo, su repesca buscaba multiplicar el potencial ofensivo de un bloque con un evidente problema arriba. Su fichaje debía servir para dar otro salto, era una forma de equipararse a los equipos con auténticas aspiraciones. Estaba por ver cómo conjugaba Bielsa el verbo golear agregando un rematador consumado a su pizarra.

Con Llorente apartado, Aduriz ha intervenido en cuatro partidos, los tres de Liga y uno de Europa League, donde no intervino ante el Slaven, convaleciente de una contractura, y tampoco viajó a Helsinki, gracias a que sus dos goles en la portería finlandesa dejaron la cita a beneficio de inventario. Debutó en Liga contra el Betis, con 0-3 en el marcador, y el primer balón que tocó fue el pase que originó el 1-3. En el Calderón apenas intervino porque el equipo ni asomó en ataque. Su participación se completa con los 90 minutos ante el Valladolid y un gol más.

Tres goles en cuatro actuaciones, dos de los cuales sirvieron para estrenar el casillero rojiblanco, dato que eleva su valor. Con la temporada en mantillas, Aduriz ya ha enseñado sus credenciales. Con el equipo lejos aún de su mejor nivel, él ha respondido con oficio y puntería, compensando los déficits del colectivo. Hasta Bielsa se ha sentido en la obligación de ponderar el acierto que ha supuesto su vuelta a casa. Se ha cerrado un paréntesis que nunca se debió abrir.
 
 
Fuente: Deia

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